Biarritz (Francia). La resaca de una noche de teatro se cuela entre mis sábanas. La ventana, entreabierta, deja pasar la brisa húmeda del Atlántico. Respiro hondo. El oleaje, hoy de ondas suaves, penetra en mis oídos como si una tranquila melodía me acunara, mansa pero también salvaje. Porque el mar así es. Porque yo soy así.

Post Previo
Post Siguiente